viernes

ETAPA 5 Nada es lo que parece


El pájaro cantor

Carla Dulfano



El pájaro Juancho era capaz de entonar las óperas más difíciles. Podía cantar hasta diez voces distintas al mismo tiempo. Venían de todas partes a escucharlo.
Pero había un problema: sólo cantaba si nadie se lo pedía. No le gustaba que lo obligaran.
La gente esperaba meses sentada en la butaca, hasta que el pájaro tuviera ganas de cantar. Traían galletitas y bebidas como para un año.
Juancho tenía muy buen oído: Si un oyente decía en secreto: “Me gustaría que entonara el coral 23 0pus 16 de Tarantini”, dejaba de cantarlo para siempre. Así se perdieron obras completas, que no se volvieron a escuchar.
Su representante Ralf Von Apetit, estaba preocupado. Si no vendían boletos durante tantos meses, no tendrían qué comer. Por eso entrevistaba al público en su oficina, antes de cada función. Les advertía que no debían pedir canciones ni gritar “Otra, otra”. Ni siquiera “Que empiece, que empiece”. Pero cuando llegaba el momento, la gente se entusiasmaba, y olvidaba lo pactado. Entonces Juancho dejaba de cantar por tres meses.
Ralf Von Apetit quedó en bancarrota y puso un aviso en el diario: “Busco un domador que haga cantar a un pájaro sin pedírselo ni obligarlo”.
Lo intentaron todos los domadores del mundo, pero no tuvieron éxito. Uno trató de convencerlo con miguitas de pan. El pájaro pidió mayonesa y se las comió pero no cantó ni una nota. Otro le rogó llorando. El pájaro Juancho le ofreció un pañuelo, pero se mantuvo en silencio.
Un día llegó un domador desconocido. Ralf Von Apetit dudó, pero al fin y al cabo no tenía nada que perder y lo contrató.
Llegó la noche de la función. Las entradas estaban agotadas, se vendió hasta la butaca del acomodador. La gente terminó de toser y se abrió el telón. Todos estaban expectantes. ¿Cómo haría el domador para convencer al pájaro de que cantara, sin pedírselo? ¿Tendrían que esperar tres meses a que tuviera ganas?
El domador dijo:
—Pájaro Juancho, te ordeno que no cantes nada esta noche.
El pájaro empezó a cantar.
El domador dijo:
—¡Ahora no cantes la opera Don Giovanni!
El pájaro cantó la opera entera.
El nuevo domador había encontrado la solución: ordenarle lo contrario.
Ralf Von Apetit ofreció una función por noche. Todo iba de maravillas hasta que Juancho huyó con una pajarita que le dijo:
—No te cases conmigo.
Entonces él se casó, y tuvieron muchos hijos. No se supo más nada de Juancho. Algunos dicen que lo vieron discutir con sus pichones. Les decía:
—¡No vayan a la escuela! No ayuden a mamá en casa. No se laven los dientes, no…

Texto tomado de la Biblioteca Imaginaria con fines didácticos. http://www.educared.org.ar/imaginaria/biblioteca/?p=117

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